Playa Girón, aniversario de la fallida invasión Norteamericana a Cuba (III)
Testimonio de José Ramón Fernández:
“Eran aproximadamente las 02:40 horas de la madrugada del día 17 de abril. No tenía ninguna noticia de la invasión, es decir, del desembarco mercenario, y él fue quien me dijo que se estaba produciendo un desembarco en la región de la Ciénaga de Zapata.”
“Me ordenó que sin perder un minuto me trasladara para Matanzas, y al frente de la Escuela de Responsables de Milicias, de la que también era jefe, me dirigiera a combatir la invasión.”
“‘Coge un carro y sal a toda velocidad’.
“Me demoré un poco en salir, porque estaba buscando mapas de la región -había estado en la Ciénaga una sola vez con el Comandante, no había pasado nunca por ahí, ni antes ni después, sino un día que regresábamos del Escambray- y el almacén de los mapas estaba cerrado. [...] Como a la media hora volvió a llamar el Comandante: ‘¿Pero todavía estás ahí? ¿Todavía no han salido?’ Bueno, no recuerdo si tumbamos una puerta, conseguí el mapa e inmediatamente salí para Matanzas. Al llamarme también me indicó que no me ocupara de avisar a Matanzas para levantar la Escuela, que él iba a encargarse de dar las órdenes para que estuviera movilizada. Efectivamente, cuando llegué allí, ya la Escuela estaba levantada.
“Apenas entré a esa instalación -que es donde hoy está la jefatura del Ejército Central- en la posta me dijeron: ‘El Comandante lo está llamando’. Fui allí, hablé con él de nuevo y me reiteró moverme hacia Jagüey Grande. Me preguntó qué ruta iba a seguir. No sabía bien los caminos y al buscar en el mapa vi por dónde se podía entrar hasta Jagüey.”
“…salí con la intención de entrar por Colón, en definitiva entré por Perico-Agramonte. Al llegar a Jovellanos, en la carretera estaba el capitán del Ejército Rebelde José A. Borot García y dos o tres compañeros más. Me hicieron señas para que parara, y casi milagrosamente paré. Entonces les dije: ‘Por favor, les ruego que no me interrumpan, voy lleno y apurado’ [...] Entonces me dicen: ‘No, no, es que el Comandante lo está llamando’. El cuartel de Jovellanos está ahí mismo, a la entrada del pueblo. Fui allí, subí, me comuniqué con el Comandante de nuevo. Me indicó ir al edificio de la administración del central Australia -donde había un teléfono que al descolgarlo comunicaba con el Punto Uno-, que siguiera derecho para allá y en cuanto llegara me comunicara con él. Llegué a Jagüey a las siete y pico de la mañana.”
“Entonces, había demorado dos horas y pico desde Matanzas por la Carretera Central que era la mejor vía en aquella época.”
“…alrededor de las 08:00 horas, estaba el administrador del central. Me dirigí allí y pregunté:
“- ¿Dónde está el teléfono aquí?
“Efectivamente, descolgué, hablé con el Comandante de nuevo, quien me indicó no alejarme del teléfono y esclarecer bien cuál era la situación y que me informara de lo que sucedía.
“Esta es la primera llamada que recibo del Comandante en el central Australia, después, a lo largo del día, no puedo decir cuántas llamadas más recibí, fueron muchas.”
“La gente se empezó a amontonar [...] se reunieron como ciento y pico o doscientos hombres allí pidiendo que les dieran armas para ir a combatir.”
“Al recibir la información sobre el desembarco, el jefe del batallón 339, capitán del Ejército Rebelde Ramón Cordero, que se encontraba en su unidad en los alrededores del central Australia, envió fuerzas de su primera y segunda compañías a enfrentar al enemigo entre Pálpite y Playa Larga, donde lo combatió en condiciones desventajosas: el adversario estaba mejor armado, más organizado, mucho mejor entrenado y posicionado en una situación favorable para la defensa. En ese fuerte encuentro con los agresores, cayeron varios milicianos y se dispersó prácticamente esa parte de la fuerza del batallón. Poco después, antes del amanecer, el resto de las unidades del 339 avanzaron también en esta ocasión bajo el mando directo de su jefe de batallón y combatieron en condiciones muy desfavorables.”
Mapa de las acciones en Playa Girón
“Me dijo que tomara a Pálpite con la gente mía. Yo estaba con el mapa y le decía: ‘Comandante, no encuentro ningún Pálpite en el mapa’. De ahí salió una larga discusión: ‘Yo no lo encuentro, aquí no está Pálpite’. ‘Bueno, busca Pálpite, tiene que estar por ahí’.
Entonces, el mapa estaba equivocado, decía ‘Párrite’ -por ahí están los mapas militares de la edición del año cincuenta y tanto-, en lugar de Pálpite, dice Párrite, y yo continuaba buscando en el mapa. Le digo: ‘Mire, veo un lugar aquí que se llama Párrite, que está entre tal punto y tal punto’, me responde: ‘Ese mismo es, no es Párrite, es Pálpite, toma a Pálpite.’
“Fidel me llamó de nuevo y me dijo que llegaba un batallón. Ese fue el 219-223 de la zona de Colón, al mando del capitán Roberto Benítez Lores.
“Se trataba de personal de batallones que no estaban todavía completamente constituidos ni bien organizados, pero aquellos hombres daban muestras de una alta moral, aunque ninguno de ellos había realizado prácticas de tiro y solo portaban fusiles M-52 con veinte cartuchos cada uno. Les di la misión de que trataran de ocupar el pobladito de Pálpite.”
En este caso debe haberse producido alguna confusión en los recuerdos de Fernández; él hizo esa narración el 17 de abril de 1988, es decir, 27 años después de aquel acontecimiento. En más de un centenar de anotaciones de los taquígrafos que registraron mis llamadas y órdenes, en ninguna de las que elaboré ese día, menciono ese Batallón de la zona de Colón. La primera unidad que ordené moverse ese día fue una fuerza formada con oficiales de la Columna 1 de la Sierra Maestra al mando de Harold Ferrer, con 600 hombres equipados con FAL, y acompañada de una compañía de tanques y su jefe López Cuba, que atacaron Playa Larga aquella noche. Yo personalmente le dí instrucciones a esa fuerza en Pálpite.
La Escuela de Responsables de Milicias de Matanzas, con su jefe José Ramón Fernández, fue enviada a combatir contra la invasión, precisamente, por ser una de las unidades más entrenadas y por su proximidad al punto escogido por el enemigo para desembarcar.
Continúa el testimonio de José Ramón Fernández:
“Allí un ataque de la aviación enemiga le causó seis muertos y lo hizo retroceder. (Se refiere al batallón que llegó de Colón) Ordené que avanzaran de nuevo y aseguraran la carretera, en especial las alcantarillas.”
“Después, el batallón 227 procedente de Unión de Reyes, y bajo el mando del capitán del Ejército Rebelde Orlando Pérez Díaz, se presentó en Australia. Le encomendé la misión de tomar a Pálpite, donde llegó después de la Escuela de Responsables de Milicias pues avanzó a pie y el personal de la Escuela fue en vehículos.”
Esta fue otra de las unidades constituidas por valerosos combatientes como los de Colón, que se movieron hacia el central Australia sin conocimiento mío ni del Puesto de Mando Central. Una prueba irrebatible del patriotismo de nuestro pueblo. Excepto la escuela de Responsables de Milicias ubicada en Matanzas, todas las unidades de infantería, tanques, artillería antiaérea y terrestre fueron enviadas desde La Habana, ya que como Capital del país poseía las mayores y más experimentadas fuerzas para combatir una Brigada de asalto, bien entrenada y armada por Estados Unidos, apoyada con fuerzas navales y aéreas. Considero importante estos datos porque nos ayudan a comprender las circunstancias en que se libró la histórica batalla.
Milicianos en Playa Girón
Continúa el relato de Fernández:
“Como a las 09:00 de la mañana llegó el batallón de la Escuela de Responsables de Milicias. No los dejé apearse de los camiones. Me subí en el techo de un camión, allí mismo, se acercaron y les hablé. Les planteé tomar a Pálpite, y después enviar una compañía y tomar a Soplillar, unos 6 ó 7 kilómetros al este de Pálpite, bloquearía la pista de aviación que allí existía y aseguraría el lugar.”
“Cuando llegó el mensaje de que habían tomado a Pálpite, llamé al Comandante y me preguntó:
“-¿Tomaste a Pálpite, la gente tuya está en Pálpite, estás seguro?
“-Seguro, Comandante.
“-¡Ya ganamos!” Cuenta Fernández que exclamé y, aunque no consta en los apuntes taquigráficos de mis comunicaciones, tal conclusión no era imposible, ya que una cabeza de playa del otro lado de la ciénaga, a 25 kilómetros del central Australia, estaba en nuestras manos. Lo había dicho una vez: “ya ganamos la guerra”, cuando quedábamos muy pocos de los combatientes del Granma, y vi la impresionante montaña boscosa del Pico Caracas a 1 200 metros de altura, el teatro de operaciones que estábamos buscando. Pero en Girón, la realidad es que ese día, a esa hora, todo estaba todavía por hacer.
Y Fernández concluye la narración afirmando:
“Por eso Fidel, un mes después, en el discurso de graduación en la Escuela de Milicias, al hacer alusión a los muertos que había tenido la Escuela convertida en batallón de combate, expresó: ‘… esta unidad, cuyos integrantes no se graduaron de responsables de milicias, se graduaron de héroes eternos de la patria’.”
Plan original de la intervención de EEUU después que ocuparan la cabeza de playa, de acuerdo con el Reporte General Maxwell Taylor.
Continuación AQUÍ
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